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Todavía hay un techo de cristal para las cooperativas

4 de abril de 2016

El papel de las cooperativas es relevante para el logro de la igualdad de género en las altas esferas. Sin embargo, no se debe simplificar en lo que respecta a la dinámica en cuanto a la igualdad de género. El estereotipo femenino está profundamente arraigado en las estructuras mentales y sociales. No basta con que las cooperativas traten de eliminar muchas de las barreras externas para las mujeres. En la práctica, las barreras internas y externas combinan sus actividades en un proceso más impredecible y aleatorio.

David Zuluaga Goyeneche

En 2015, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) han publicado el informe “Avanzar hacia la igualdad: el camino cooperativo“. El documento tiene como objetivo comprender el impacto del movimiento cooperativo en el tema de la igualdad de género. Constata que las cooperativas arraigadas en los valores como el esfuerzo personal, la igualdad, la equidad y la democracia son una respuesta para la potenciación y la igualdad de las mujeres en el trabajo.

La naturaleza no jerárquica de las cooperativas permite que los miembros asociados controlen democráticamente sus condiciones de trabajo. En consecuencia, y a pesar de las diferencias en los datos sobre género, se señala que este modelo de negocio ofrece una mayor oportunidad para eliminar las jerarquías patriarcales en el lugar de trabajo. A través de las cooperativas, las mujeres pueden usar los procesos democráticos para reducir las desigualdades sociales.

Pero no es tan simple. Durante el mismo año, la OIT también presentó su informe global “La mujer en la gestión empresarial: cobrando impulso“, que sostiene que “el techo de cristal que impide a las mujeres alcanzar puestos de responsabilidad en las empresas y en su gestión puede tener fisuras pero sigue existiendo […] Se observa todavía una escasez de mujeres en la parte superior de la pirámide de las empresas. Y cuanto más grande es la empresa u organización, menos encontraremos una mujer a las riendas – cinco% o menos de los CEO de las compañías más grandes del mundo son mujeres”.

Los resultados del estudio indican que la igualdad de género existe sólo en cierta medida dentro de las cooperativas. Según la investigación de Gina Miller 2012 titulada “Problemas de género: encuesta sobre el género y la democracia económica en las cooperativas de trabajo en los Estados Unidos”, “en muchas cooperativas de trabajo las mujeres se enfrentan todavía con barreras y cambios respecto a su plena igualdad en la adhesión, el estado y la participación en la toma de decisiones”.

Estas barreras son internas y externas. Estas primeras tienen su origen en el espectro cultural y es posible identificarlas como expectativas sociales y personales. Para las mujeres se materializan en comportamientos relacionados con la atención domiciliaria, la vocación a la maternidad, el deseo de servir, la falta de competitividad, la falta de ambición por el poder y el miedo al éxito, entre otras.

Las segundas al contrario “se deben a factores demográficos y contextuales. Pueden ser identificados fácilmente como la brecha salarial entre hombres y mujeres, la ausencia de modelos femeninos estimulantes, la intimidación en el lugar de trabajo y en el peor de los casos, el acoso psicológico o sexual. De alguna manera estas barreras establecen claramente las normas que dificultan el acceso a mejores puestos de trabajo para las mujeres.

De hecho las cooperativas están tratando de suprimir este techo de cristal y un buen número de estos obstáculos externos, pero se necesita más que eso. Las barreras internas siguen todavía profundamente arraigadas en las estructuras mentales y sociales. Aún más, en la práctica, los dos tipos de barreras trabajan juntos en un proceso aleatorio e impredecible.